17 nov 2009

Marga Frau Clar


Guillermito, hace tiempo que empecé a escribirte unas líneas para tu blog y no ha sido hasta el día de hoy que me he decidido a terminarlas, ya que por una parte todas y cada una de las frases que empiezo me parecen ridículas y sin sentido, no son nada comparadas con lo que viví contigo y con la maravillosa amistad que me brindaste. Por otra parte no lo he hecho antes porque como dicen, un hecho no es tal si no lo anotas por escrito y supongo que dedicarte unas palabras en un papel supone para mí una manera más de evidenciar que no estás aquí con nosotros.
Tengo constancia de que son muchas las personas afortunadas por haber pasado gran parte de su vida contigo: tu familia; tus padres, unas personas encantadoras que he tenido el placer de conocer recientemente; tus amigos del alma, Esteban, Alfredo, Rosa… quienes desde pequeñitos ya estuvieron a tu lado; etc.
A pesar de que yo solo hacía dos años que te conocía, me considero una persona igual de afortunada, ya que has formado parte de un trocito muy importante de mi vida. Un trocito en el que he aprendido mucho de ti y espero que tu también algo de mí. Yo soy de esas personas que creen que todo lo que sucede es por alguna razón y el hecho de conocerte para mí no fue casual, te cruzaste en mi camino para aportar algo a mi vida y en efecto: lo hiciste. Conociéndote descubrí que una persona puede ser muy responsable y a la vez extremadamente divertida y alocada, que se pueden sacar notazas y a la vez liarla un montón en clase, me enseñaste el verdadero valor del compañerismo, del respeto y de la prudencia. Verdaderamente creo que eras una persona con un carácter ejemplar i particularmente me das muchísima fuerza para seguir adelante día a día.

No voy a seguir diciendo lo afortunada que soy por haber tenido tu amistad, porque aparte de que no me bastarían las líneas de esta carta, tu gente sabe perfectamente que lo dabas todo por ellos sin esperar nada a cambio. Lo que si voy a decirte es que te echo muchísimo de menos, que no hay día que pase en el que tu no estés presente. Hay tantas cosas que me recuerdan a ti, desde una simple canción hasta una simple expresión como tu típico: - Qué paaasa loca?, pasando por los divertidísimos momentos que vivimos en clase Rosa, Alfredo, tú y yo (los del fondo) en los que nos bastaba nada para no poder parar de reír en toda la hora, por no hablar de los momentazos del radiador en invierno cuando nos íbamos a sentar allí a escuchar música y me ponías ese flamenquito que tanto te gustaba y que yo en un principio tanto odiaba o cuando me cogías los mofletes y me decías: -“mofletuua!” y hacía ver que me enfadaba contigo pero en el fondo me encantaba…
En fin Guille, no me voy a despedir de ti ni ahora ni nunca porque aunque tu cuerpo ya no esté, tu corazón y tu alma van a seguir vivos en todos y cada uno de nosotros y tu recuerdo prevalecerá por encima de todo.
Sólo me queda darte las gracias y decirte: Hasta luego amigo mío.

Para mi “Sos” de su “Sucker”, te quiero.