26 abr 2009

Alfredo Rios Alborés

Han pasado ya muchos años desde aquel primer día de colegio cuando te conocí; nada más verte quise acercarme a ti, me recordabas a un niño con el que yo me llevaba muy bien en el parvulario; esta tontería, que yo ya te conté en su día, cambió mi vida.
Siempre fuiste un chaval muy querido, un chaval que todos querían tener cerca, y yo que era todo lo contrario a ti y nunca fui bueno para relacionarme con la gente, te envidiaba aunque de una forma sana que se transformó en una gran admiración que intentaba esconder de cualquier forma: persiguiéndote y pegándote, por ejemplo jajajaja aunque siempre aparecía Esteban, te escondías detrás de él y pasaba a ser yo el que tenía correr.
Con los años aprendimos a llevar nuestras diferencias y a pesar de esos estúpidos distanciamientos que muchas veces yo provoqué, siempre he querido creer que tú sabías que siempre estuve pendiente de ti. Debo agradecerte mucho pues fuiste tú mi ejemplo a seguir, la meta que alcanzar, la confianza y el aprecio que ganar y la persona por la que aguantar y seguir. Nunca llegué a ser aquello que buscaba, no soy más que la sombra de algo que, en teoría, iba a merecer tenerte como amigo; pero aún así gran parte de lo bueno que pueda tener es gracias a ti, y todo lo que llegue a ser algún día, lo seré por ti, para merecer todos esos recuerdos, consejos y lecciones que me has dado, algo por lo que nunca estaré lo suficientemente agradecido. Teníamos tantas cosas por hacer, tantos planes hechos, tanto que vivir… siempre pensé que tendríamos más tiempo, mucho más.
Te quiero mucho Guille, solo espero que tú supieras que no eran solo palabras…

Alfredo Ríos